Los yelmos vienen utilizándose de una u otra manera prácticamente desde que se iniciaron las guerras y eso es consustancial a la existencia del hombre viviendo en sociedad.
El florecimiento de los Yelmos se dio durante la baja edad media. Los distintos tipos de yelmos medievales se diferencian por la forma de trabajar el acero así como por las características y forma del yelmo en sí, cubriendo en un comienzo solo parte de la cabeza y nuca y posteriormente añadiendo el protector nasal, visera, collar y celada.
Qué clases de Yelmos medievales existen
A continuación repasaremos cronológicamente cuáles han sido los tipos de yelmos medievales utilizados y algunas de sus principales características.
Capelina
Los primeros yelmos conservados datan del siglo IX. Se trataba de un casco de acero en forma de mitad de una esfera con una pequeña ala enganchada con una especie de remaches.
Por debajo se podía poner una cota de malla de mayor o menor longitud sobre el resto de la cabeza y cuello.
Yelmo nasal
Tenía una forma más ovalada que la capelina y fundamentalmente era un casco al que se le añadió una pequeña protección nasal a modo de sencilla barra de acero hasta la boca.
Bacinete
Desde el siglo XI hasta el XV se vino usando este tipo de yelmo ya más parecido a la idea que todos tenemos de un Yelmo medieval.
La parte del casco era terminada en punta y cubría ya las partes laterales por debajo de las orejas e incluso hasta el cuello.
Más tarde se le añadió la visera que tenía una abertura longitudinal para los ojos y unas pequeñas ranuras verticales o circulares a la altura de la boca.
Barbuta
Utilizado entre los siglos XV y XVI. Al carecer de la visera sacrificaba algo de protección por una mayor comodidad y ángulo de visión.
Se trataba de una única pieza de acero acabada en punta que llegaba hasta el cuello y con una abertura en forma de Y para los ojos y boca.
Celada
Se trata del casco o Yelmo que presenta mayor protección ya que cubría íntegramente la cabeza y cuello hasta su unión con el resto de armadura.
En realidad este tipo de yelmos protegían contra golpes, flechas, piedras pero se mostraba inútil ante un certero golpe con la espada. Además el enorme peso de la armadura la hacía muy ineficaz para la batalla. Se ha podido demostrar que su uso era más un lastre que una ventaja para las guerras.
Todavía tendría algo de sentido en un terreno llano pero la realidad es que las batallas tenían lugar en lodazales, campos con montículos, árboles y demás elementos de la naturaleza en los que un yelmo impedía una correcta visión del enemigo y una armadura retrasaba enormemente el avance y hacía los movimientos del guerrero mucho más torpes dando una enorme ventaja al enemigo.
Yelmo de la edad media por Mickey Bernuy.